Hoy es el día internacional contra el cáncer de mama. Espero que en un
canal de televisión no hagan referencia a ese tema. Si leen lo que viene a
continuación entenderán por qué.
He buscado en la RAE un calificativo que pueda definir a
quienes son capaces de despedir a una de sus empleadas que, tras trabajar más de
20 años en la empresa, tiene un tumor en una mama y está a punto de ser operada.
He buscado en la RAE un calificativo para quienes, el mismo
día, despiden a otro trabajador con similar antigüedad y que padece una
dolencia provocada, precisamente, por el trabajo que ha realizado para esa
empresa.
He buscado y rebuscado y no lo he encontrado.
Les voy a llamar miserables, aún siendo consciente de que el
diccionario, tan sabio casi siempre, se está quedando desfasado, se está
quedando sin palabras adecuadas para definir a determinados especímenes que en
estos tristes días dirigen determinadas empresas e instituciones.
Lo que les cuento sucedió hace un par de semanas, en Madrid.
Y lo ha realizado una subcontrata de Antena 3 Televisión. Maurizio Carlotti,
Silvio González y Gloria Lomana, entre otros, con el respaldo del presidente de
Planeta José Manuel Lara, decidieron hace tiempo desmantelar esta empresa. Pese
a ganar millones y millones de euros se aprovecharon de resquicios legales e
ilegales para despedir a centenares de trabajadores. Disponían también de
millones de euros para engordar sus sueldos con cuantiosos bonus, pero no
dudaron en dedicarse a despedir y a externalizar. No se salvó ni el Comité de
Empresa elegido democráticamente por los trabajadores. Las leyes laborales no
iban ni van con ellos. Primero se despide y si, pasados unos años, el agraviado
acaba demostrando en los tribunales que se actuó ilegalmente contra él, pues se
le da una mísera indemnización y a correr.
Supongo que la impunidad con que han actuado en todos estos
años les anima cada día a subir un peldaño más. Pero ahora han superado todos
los límites tolerables. La teórica responsable es la subcontrata llamada
Central Broadcaster Media S.L. (CBM). Una empresa, como tantas otras, creada a
la carta para recoger personal externalizado de Antena 3. Esta empresa
incorporó a los cámaras/reporteros que trabajaban en informativos y que habían
sido externalizados. Seguían trabajando para los informativos de Antena 3,
viajaban a la guerra en Libia o en Siria. Pero cobraban menos de la mitad de su
sueldo porque ya no eran trabajadores de Antena 3 aunque grababan todas las imágenes
de sus informativos. Ahora eran parte de la plantilla de CBM, una empresa que
vive por, para y a las órdenes de lo que dictan los directivos de la gran cadena
de televisión.
Desde hace semanas se está produciendo una nueva sangría de
despidos. Cámaras con años y años de experiencia se encuentran de golpe en la
puñetera calle tras recibir en su casa un frío burofax.
Hace algunos días ese burofax llegó a casa de otros dos
grandes cámaras que se encontraban de baja por enfermedad.
Ella estaba a punto de pasar por el quirófano porque le
habían encontrado un tumor en una mama. Atrás quedaban más de 20 años de trabajo
en Antena 3 y en la citada subcontrata. Se había jugado la vida en Irak con la
misma pasión con que grababa los entrenamientos del Atlético de Madrid o un
concierto en el Teatro Real. Nunca había pensado en la jornada laboral; el
trabajo de un cámara acaba cuando tiene la imagen, cuando atrapa la noticia.
Así pensaba y piensa ella. El día que la despidieron estaba enferma, seriamente
enferma.
Él llevaba más de 25 años cargando con una cámara al hombro.
Por ello su columna vertebral, como la de tantos otros reporteros, le dijo
¡basta! hace algunos meses. Ha tenido que pasar por el quirófano y llevaba a
cabo una dolorosa y dura rehabilitación que seguía con tenacidad porque
deseaba, cuanto antes, volver al terreno de juego. Fue el reportero que más
guerras cubrió para Antena 3. Felicitado en innumerables ocasiones por obtener
imágenes exclusivas, por jugarse el tipo, por hacer bien su trabajo. Era además
un autodidacta y, cuando no tenía cobertura asignada, en lugar de refugiarse en
el bar más cercano, se quedaba estudiando el funcionamiento de un teléfono satélite,
de una videoconferencia, del último sistema de edición digital, de cualquier
novedad que pudiera hacerle realizar mejor su trabajo. De nada sirvió su
dedicación y su experiencia. Fue despedido estando de baja y hoy solo trata de
sacar fuerzas de flaqueza para continuar su rehabilitación.
No creo que hoy, día internacional de la lucha contra el
cáncer de mama, sientan remordimiento alguno. Supongo que, horas después de
cometer esta hazaña, los autores intelectuales la comentarían divertidos en torno
a una copa de cava y a unos suculentos canapés. Ellos son los culpables, ellos
son los miserables, como también lo son determinados cargos intermedios que,
estoy seguro que si leen este humilde escrito, se darán por aludidos. Porque
ellos son muy conscientes de que un día decidieron aliarse con el diablo. Y
saben que quien hace eso, acaba siendo peor que el propio diablo.
Miserable: mezquino,
perverso, abyecto, canalla (diccionario de la R.A.E.)