lunes, 7 de octubre de 2013

DINERO PÚBLICO PARA SINDICATOS, ONGs Y PARTIDOS

Ya estoy en un lío. Bueno, tampoco es algo nuevo, ¡vamos con ello! Yo defiendo que se mantengan e incluso que se incrementen las subvenciones públicas a partidos políticos, sindicatos y ONGs. ¡Sí! Y voy a tratar de explicar por qué.

Es muy fácil sumarse a la corriente mayoritaria que está generando esta crisis. Todos los políticos son unos corruptos, ¡qué asco de coches oficiales!, ¿y los sindicalistas? ¡vaya sueldazos que ganan!, los diputados hasta tienen móvil e Ipad gratis. Y todo pagado con nuestro dinero… ¡Golfos, que son unos golfos!

No me voy a subir a ese carro porque sí, por cómodo que sea y por muchos fans y seguidores que pueda conseguir en Twitter, Facebook y su santa madre. Y no lo voy a hacer por dos razones: primero porque nunca he comulgado con dogmas, ya fueran rojos, azules o tono fucsia claro; y segundo, porque eso, justamente eso, es lo que quiere la derecha. En mi opinión estamos ante una de las muchas trampas ideológicas en que está cayendo la gente progresista de este país.

Las subvenciones públicas a partidos, sindicatos y ongs son un medio para garantizar la igualdad y la pluralidad. No dudo que se puede mejorar, y hay que hacerlo, la ley de financiación de partidos, la ley electoral etc. Hagámoslo para que las ayudas no se concentren en las grandes formaciones políticas. Extrememos los controles y los castigos para evitar la corrupción y garantizar la eficacia en la gestión de las administraciones públicas, de sindicatos y ONGs. Pero, no nos equivoquemos, pedir el fin de las subvenciones es tanto como dejar el terreno libre para que sólo los poderosos puedan hacer política con su apisonadora económica.

Hago un planteamiento muy sencillo para intentar reforzar mi tesis: ¿de dónde sacarán los fondos los partidos y sindicatos si se eliminan las subvenciones públicas? He escuchado mucho la respuesta facilona: “que lo saquen de los militantes”. ¡Ya! Pues, amigos, ¡estamos jodidos! Mucho me temo que los Botines, Florentinos, Amancios etc. no van a donar muchos fondos a los sindicatos y partidos que defiendan la igualdad, la solidaridad y los servicios públicos. ¿O creéis que sí? ¿Debemos crear un ‘mercado libre’ en la política para que el capital invierta en el candidato o partido que represente sus intereses? ¿Competimos los parados y obreros con nuestras ‘grandes aportaciones’ frente a los gruesos sobres que llegan desde el otro lado?

No nos equivoquemos. El argumento que utilizan quienes desean acabar con las subvenciones a partidos políticos, sindicatos y ONGs es el mismo que el que usan para desmantelar los servicios públicos. Os suena eso de que “todos los funcionarios son unos vagos”, “los profesores tienen muchos meses de vacaciones”, “hace falta privatizar, para mejorar la gestión porque lo público no funciona”… ¿Os suena verdad? Pues eso. El paso siguiente es decir que la educación y la sanidad pública, como los partidos y los sindicatos, en lugar de pagarlas entre todos, la debe financiar sólo aquel que la use. Total que Botines, Florentinos y Borbones destinarán sus fondos a la Ruber y la Quirón y nosotros al Clínico y la Paz.

Ya lo dijo Adolf

Doy un paso más en este camino (que me conduce al abismo de la impopularidad) para cuestionar otro dogma que, hoy por hoy, es incuestionable: “los políticos cobran mucho”. No dudo que hay algunos que, para lo que hacen, sí perciben demasiado sueldo. Pues la solución es fácil, ¡echémosles!, si hace falta echémosles a todos, pero no confundamos las cosas. ¿Por qué un ejecutivo, empresario o banquero puede tener un sueldo astronómico y, en cambio, un político debe ser mileurista? Respuesta facilona (otra vez): “porque a los políticos les pagamos el sueldo entre todos”. Vale amigo o amiga, pero ¿no te das cuenta de que también se lo estás pagando a los Botines y Florentinos? ¿No es más inteligente exigir a los políticos rectitud y eficacia que abogar por su desaparición o su precariedad?

Un par de preguntas ingenuas pero cuyas respuestas pueden arrojar luz al asunto ¿Por qué Cospedal en Castilla La Mancha ha eliminado el sueldo de los diputados autonómicos? ¿Lo ha hecho porque se preocupa por el dinero de los castellano-manchegos o porque sabe que ese es el camino para que sólo su élite, la que tiene recursos y sobres detrás, pueda ocupar esos puestos de responsabilidad?


Termino lanzando una alerta contra los anti-políticos en general. No me refiero a la gente de bien que desea cambios, más participación, más transparencia, más democracia… Me refiero a aquellos que criminalizan la política porque, en el fondo, sólo buscan someterla con su dinero y su poder. Nada mejor para ponerles en evidencia que citar a uno de sus maestros: “No luchamos para ganar escaños en el Parlamento, sino para poder, algún día, liberar al pueblo”… Quien dijo esta frase que tantos ‘Like’ conseguiría hoy en Facebook y tantos retuits en Twitter se llamaba Adolf Hitler.

jueves, 27 de junio de 2013

EL ‘TONTO’ DE FLORIANO



Ríos de tinta crítica se escriben sobre el vicesecretario general de Organización y Electoral del Partido Popular. Sus acrobáticas intervenciones en entrevistas y ruedas de prensa provocan el hazmerreír de unos y la ira de otros. El papelón que le está tocando jugar en la política de comunicación del PP y del Gobierno, le han valido, incluso, que el Gran Wyoming le apode como el ‘Luisma’ de la política (en referencia al ‘colgado’ personaje al que da vida Paco León en la teleserie ‘Aída').

Hay cierta unanimidad en que las intervenciones de Floriano son tan nefastas que perjudican a su propio partido. Yo discrepo profundamente de esa opinión generalizada y trataré de explicar el porqué de forma concisa.

Floriano repite el rol que antes desempeñaron Esteban González Pons o Rafael Hernando: lanzarse a los leones para evitar que éstos puedan despedazar a sus jefes.

No estamos ante un error estratégico del PP al elegir a este portavoz ocasional, sino ante una muy pensada (y en mi opinión acertada) estrategia de minimizar la sangría que le está ocasionando al Gobierno y al partido, tanto el caso Gürtel como la complicadísima situación económica que atraviesa el país.

Floriano se ‘abrasa’ diariamente para que Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría y, sobre todo, Rajoy se erosionen lo menos posible. Y lo está consiguiendo. Imagínense cómo estaría la imagen del presidente del Gobierno, ya de por sí enormemente devaluada, si cada día tratara de explicar las novedades que se van conociendo sobre las más que sospechosas cuentas de su partido. O si tuviera que opinar frecuentemente de los desatinos de ministros como Wert o Montoro.

Se nos olvida, y esa es otra prueba más del éxito del PP, que lo que vamos conociendo del caso Gürtel habría provocado la caída de cualquier Gobierno, no sólo en Europa sino en todo el mundo ‘democrático’. Rajoy y los suyos percibían sobresueldos gracias a un entramado financiero creado por el tesorero del partido. Entramado que cobraba comisiones de empresas a las que las administraciones del PP adjudicaban obra pública. Entramado que utilizaba el dinero para esos sobresueldos pero, sobre todo, para financiar la actividad política y electoral del partido. En el Gobierno hay ministros a los que ya se ha demostrado que se les pagaron viajes, regalos, fiestas etc. En la cúpula del partido hay miembros que han tenido que reconocer que se les ‘olvidó’ declarar a Hacienda préstamos que recibieron del tesorero. Hay dirigentes que han desvelado cómo Aznar autorizó desembolsos que se pagaron en efectivo. Por conseguir, el PP está consiguiendo que se nos olvide que Bárcenas no es un corrupto a secas, sino que era su TESORERO con mayúsculas. Tratan y logran hacer creer que es un caradura que se ha quedado con el dinero, cuando en realidad, resulta cada día más evidente que esos millones de euros son parte de ese entramado financiero del Partido Popular. Insisto, casi ni en un país africano podría sostenerse un Gobierno ‘pillado’ en un escándalo de esta magnitud.

Una vez tomada la decisión de mantenerse en el poder e intentar sobrevivir a Gürtel, sólo les quedaba una opción: negarlo todo, atacar a los jueces, marear la perdiz y apostar por una política de comunicación dirigida a proteger, todo lo posible, a sus máximos líderes. Una estrategia ejecutada sin pudor, cuestionable desde el punto de vista ético, pero sin duda acertada desde el punto de vista comunicacional. Floriano y otros dirigentes de nivel medio se ‘comen’ todas las ruedas de prensas comprometidas, mientras Rajoy comparece a través de un plasma, la Vicepresidenta se escuda en su perfil institucional para no contestar y Cospedal se refugia en Castilla La Mancha.

Floriano cumple su papel, y se me apuran, creo que lo hace con cierta dignidad si tenemos en cuenta las preguntas con que le toca lidiar. Miente con una sonrisa en los labios, corrige sus palabras de un día para otro, responde con un cinismo difícil de superar… pero no comete errores como el de la famosa “indemnización en diferido”. Error inexplicable ante una pregunta que Cospedal sabía que le iban a formular.

Floriano persigue dos objetivos: lanzar un mensaje que pueda ser asumido como argumento por los incondicionales del PP (y que después es repetido hasta la saciedad por los tertulianos de la órbita de Génova) y absorber en su persona las críticas y la ira del resto de los mortales.

Este legionario de la política permite con su sacrificio que Rajoy aparezca en público para dar buenas noticias y trasmitiendo de paso la imagen de que lo de Gürtel y Bárcenas no va con él. Sus asesores de comunicación lo tienen claro: mejor que critiquen al Presidente por no ofrecer ruedas de prensa que exponerle a ridículos como el que sufrió Cospedal. O dicho en otras palabras: un presidente al que algunos censuran por hablar desde un plasma, es mejor que un presidente puesto en evidencia ante todos por preguntas incómodas de imposible respuesta. Eso se lo dejan a Floriano.

Es obvio que el presidente del Gobierno cuenta con la ‘suerte’ de disponer de una enorme cantidad de medios de comunicación que comulgan y colaboran en el éxito de esta estrategia. Y no nos equivoquemos, de momento es tan acertada que el ‘parachoques’ político de Rajoy sigue siendo Floriano y no ha tenido que utilizar como parapeto ni a Cospedal ni a Soraya Sáenz de Santamaría.

Lanzo una última pregunta al aire antes de terminar: ¿se imaginan dónde estaría Rajoy si hubiera utilizado la estrategia suicida de comunicación que el Gobierno socialista usó con el presidente Zapatero? ¿Se acuerdan cuando ZP salía a pedir perdón, incluso porque una gran nevada había colapsado algunas carreteras?

Floriano nunca será cartel electoral y, por ello, su inmolación pública es un precio muy barato para el PP. Ni él es tonto, ni los estrategas de Génova se han vuelto locos situándole en primera línea del fuego mediático. Cuando se acerquen las próximas elecciones, el vicesecretario general desaparecerá del escenario. Si, hasta entonces, la oposición política sigue entrando al trapo que les pone Floriano y sigue sin cargar el insoportable peso de Gürtel en la espalda de Rajoy, estoy convencido de que la noche electoral será el 'tonto' el que se reirá de todos.





martes, 25 de junio de 2013

BARRIO SÉSAMO: 
LA COSA PRIVADA Y LA COSA PÚBLICA

Nos tratan como a niños, o mejor dicho, como a niños tontos. Lo hacen políticos y tertulianos a sueldo que repiten todo tipo de argumentos para convencernos de que los servicios públicos, si pasan a ser gestionados por empresas privadas, mejorarán su nivel y la calidad de atención al ciudadano.

Como nos tratan así, creo que lo mejor es contestarles en el mismo tono. Hablaré para niños, así que no podré mencionar a los Consejeros que fichan por las empresas a las que adjudicaron la privatización de hospitales. No podré hablar de otras empresas públicas regaladas a compañeros de pupitre para que estos, agradecieran el presente con suntuosas comisiones. No hablaré de ello ni de otros aspectos importantes del asunto porque creo que esos ‘intelectuales’ de la política y el periodismo se merecen una respuesta como ésta.

Yo fui de los que crecí con un programa de televisión llamado ‘Barrio Sésamo’ en el que cantaban ‘la canción del 7’ para que aprendiéramos los números y que nos enseñaba la diferencia entre ‘cerca’ y ‘lejos’, ‘arriba’ y ‘abajo’ o entre ‘dentro’ y ‘fuera’.

Aunque no era un programa para niños tontos, creo que ha llegado el momento de que Epi y Blas resuciten para hacer un show dedicado íntegramente a:


LO PRIVADO Y LO PÚBLICO

Queridos niños y niñas, hoy vamos a aprender la diferencia entre público y privado. Ya veréis qué bien lo pasamos.

1.- Seguro que en el parque en el que juegas hay algún banco donde se sientan tus papás. Ese banco se ha comprado con el dinero de todos, para que lo use quien quiera. Es, por tanto, un banco público, en el que todos podemos sentarnos y que debemos respetar y cuidar.
En cambio, en tu casa tienes sillas para sentarte a comer o a ver la tele. Esas sillas las ha comprado tu familia con su dinero, son vuestras y, por ello, son privadas y podéis hacer con ellas lo que os venga en gana.

2.- Pues bien, un servicio público es el que pagamos entre todos y tiene como objetivo principal el de prestar un servicio de calidad a quien quiera y necesite usarlo.
Un servicio privado es el que paga una empresa que tiene uno o varios dueños, cuyo objetivo principal es ganar dinero. Por eso prestará el servicio, pero siempre pensando en la forma de ganar más dinero.

Escucharéis a algunos mayores decir que los servicios públicos no funcionan bien y que, por eso, lo mejor es una gestión privada que resulta muchísimo más eficaz. Esos mayores no dicen la verdad amiguitos. ¿Habéis escuchado en la tele lo malos que han sido unos señores al estafar a la gente con una cosa que se llamaban ‘preferentes’? ¿Os suena un señor gordo llamado Díaz Ferrán que tenía una gran agencia de viajes y arruinó a su empresa porque era un ladrón? ¿Habéis oído que, entre todos, hemos tenido que dar dinero a los bancos porque, si no lo hacíamos, iban a cerrar y lo íbamos a pasar muy mal? Bien, pues en esos y en otros muchos casos se trata de empresas privadas muy mal gestionadas.
Así que, niños, es importante que las empresas estén bien gestionadas. Claro que sí. Pero eso no depende de que sean públicas o privadas, depende de que las dirijan personas que estén preparadas y que sean buenas.

3.- Hablemos ahora de los hospitales:
Un hospital público lo pagamos entre todos y su misión es curarte, si estás enfermo, sin que tengas que pagar por ello.
Un hospital privado es de un señor o señores que buscan ganar dinero, cuanto más mejor. Por eso si vas a él,  tienes que pagar para que te curen.

Habréis escuchado en la tele o a vuestros papás decir que, ahora, los hospitales públicos lo van a gestionar empresas privadas. Eso lo que significa es que los hospitales públicos los vamos a seguir pagando entre todos, pero el dinero va  a ir a parar a unos señores que los van a dirigir con el objetivo principal que ya sabéis: ganar todo el dinero que puedan. Si tú o tu hermanita os ponéis enfermos, podéis ir y no tendréis que pagar porque ya les hemos pagado antes entre todos. Pero los señores que los dirigen, lo que buscarán es gastar lo menos posible en vuestra curación para, así, ganar mucho más dinerito.

Para ver si habéis entendido este lío que han organizado los mayores con la Sanidad, os haré tres preguntitas: Si te pones enfermo y te tienen que hacer una prueba que cuesta mucho dinero, ¿crees que el hospital gestionado por ese señor te la hará encantado, o intentará evitar realizarla para ahorrarse unos euritos?
Si ahora un hospital tiene 300 buenos médicos que cobran su sueldo, ¿crees que el hospital gestionado por ese señor los mantendrá en sus puestos de trabajo o intentará despedir a unos cuantos para, así, ganar más dinerito? 
Si el señor que manda en el hospital tiene que elegir entre dar a los enfermos una comida que cuesta 5 euros, u otra peor que cuesta 4 ¿cuál les dará?
¡Seguro que habéis acertado todas las respuestas!


4.- Pasemos ahora a hablar del ‘cole’ donde pasa exactamente lo mismo.
Una escuela pública la pagamos entre todos y, por eso, es gratuita o muy barata. Su objetivo principal es que aprendáis mucho.
Un colegio privado es de un señor que lo tiene como negocio y, por eso, hay que pagar bastante dinero para entrar en él. El fin de este señor, ya lo sabéis, es el de ganar muchos euros. Cuanto más mejor.

Así que sólo si tus papás tienen dinero, podrás ir a un cole privado. Eso sí, tienes que saber que si un día tus papás dejan de tener dinero, el dueño del cole ya no te dejará seguir estudiando allí, aunque hayas sido muy bueno y hayas sacado una notas de rechupete.

Cuando seas mayor, si quieres ir a la Universidad podrás hacerlo sin problemas si tus papás tienen dinero. En cambio, si no lo tienen, tendrás que sacar muy buenas notas para que te den una beca. Para que lo entiendas más fácil: si tus papás tienen dinero podrás estudiar siempre, aunque suspendas o tengas que repetir algún curso. Si tus papás no tiene dinero tendrás que sacar siempre más de un 6’5 en cada asignatura.

Algunos mayores os dirán que el colegio privado tiene que ofrecer calidad en la enseñanza para que así vayan más alumnos. Eso es verdad… pero solo en parte porque, como ya hemos aprendido, su primer objetivo es ganar dinero. Y se gana dinero en Educación ofreciendo calidad pero también por otros métodos.

Imaginaos que hay padres que le dicen al dueño del cole que si no aprueba a sus hijos se los llevará a otro centro. El dueño del cole, como lo que quiere es ganar dinero, intentará que los niños no se vayan. Así que será más sensible para aprobar a esos niños. De hecho, hay papás que llevan a sus hijos a determinados colegios privados porque saben que hinchan las notas de los alumnos.


5.- Para terminar quiero hablar de los trabajadores. Porque también hay trabajadores públicos y trabajadores del sector privado.
Bien, un trabajador público es el que desempeña un empleo que nos sirve a todos. Por eso su sueldo se lo pagamos entre todos.
Un trabajador privado es el que desempeña un empleo que sirve al dueño o dueños de su empresa. Por eso son esos señores los que le pagan su sueldo
Algunos mayores tratan de convencernos de que los trabajadores públicos son unos vagos. Lo han dicho de los maestros, de los médicos y, en general de todos los funcionarios. No es verdad niños. Hay trabajadores públicos vagos, como hay trabajadores privados vagos. Hay trabajadores públicos muy buenos y trabajadores privados muy buenos.
Fijaos en un ejemplo que vais a entender muy bien. Hubo muchos trabajadores privados que vendieron a ancianitos, iguales a vuestros abuelos, esas cosas llamadas preferentes de las que hemos hablado antes. Se lo pidieron sus jefes porque querían ganar mucho dinero y ellos lo hicieron. ¿Creéis que si hubieran sido trabajadores públicos habrían participado, consciente o inconscientemente, en esa estafa?


DESPEDIDA: Hay muchos más ejemplos queridos niños. Pero la lección que habéis aprendido hoy se la podéis aplicar a todos los casos. Nos despedimos ya de vosotros aunque, tal y como está este país en el que vivís que se llama España, es posible que tengamos que volver muy pronto para explicaos alguna cosa que los mayores traten de enredar con sus mentirijillas.

lunes, 25 de marzo de 2013

La hora de romper la baraja


La tan cacareada Transición se puede resumir en una frase: las víctimas perdonaron a sus verdugos y, a cambio, estos toleraron que llegara la democracia. Las víctimas renunciaron a juzgar al stablishment de la dictadura y aceptaron pasar página. A cambio de ello, los verdugos dejarían de reprimir, torturar y de asesinar.

Es rotundamente falso que las dos partes cedieran por igual. Las víctimas tragaron con todo, incluso con un Rey impuesto por el dictador, mientras que los verdugos sólo se dedicaron a devolver parte de lo que habían robado. Y esta realidad, obviamente con matices y evoluciones, ha marcado el ritmo político durante estas décadas de democracia.

Si a alguien le parece exagerado este planteamiento, le pido que responda a una pregunta: ¿En qué ha cedido la derecha española durante estos años? Toleró la legalización de los partidos de izquierda, de los sindicatos, permitió que las distintas regiones de España recuperaran su lengua y su cultura, fue abriendo la mano sobre la discriminación de la mujer, fue permitiendo legislar sobre derechos fundamentales de las personas… En definitiva: lo único que hizo es devolver, poco a poco, lo que había robado por la fuerza: la libertad individual.

Y mientras lo hacía, la izquierda actuaba acomplejada, pidiendo casi perdón por cualquier avance que realizaba en materia de derechos y libertades. Volvamos a las preguntas simples, que suelen ser las más eficaces, para demostrar si tenemos o no razón: ¿qué ha indignado a la derecha en estos 35 años? La ley del divorcio primero, la ley del aborto, la ley que permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo, la ley de igualdad, determinados avances en la descentralización del poder… En definitiva: leyes que otorgaban derechos a las personas que querían ejercerlos.

En estas décadas, la izquierda se ha conformado con que la derecha le permitiera devolver a la gente parte de lo que era suyo; renunciando a terminar con los privilegios de la derecha por muy injustos que fueran. Por no atreverse, no se atrevió ni a impedir que siguiera habiendo en este país calles y plazas dedicadas a dictadores, fascistas y divisiones azules.

 Pese a este desigual pacto, la derecha ha decidido escudarse en la peor crisis económica de nuestra historia para conquistar más terreno. Yo diría que todo el terreno. Sin complejos están dinamitando nuestros servicios públicos. Y digo ‘nuestros’ porque ellos ni los usan ni creen en ellos. Ellos ya tenían sus clínicas y colegios privados que, de una manera u otra, también acababan recibiendo dinero público. Pero ya no se conforman con eso, ahora nos quieren privar de nuestra sanidad y nuestra educación.

Pese a este desigual pacto, la derecha ha decidido volver a quitarnos derechos que son nuestros. Recortes en la ley del aborto, eliminación de la justicia gratuita, ocupación política de los medios de comunicación públicos… son sólo algunos ejemplos de lo que están haciendo.

Pese a este desigual pacto, la derecha nos está criminalizando a todos. Los movimientos sociales críticos son terroristas, los maestros adoctrinan a sus alumnos, los médicos trabajan poco, los sindicatos deberían desaparecer…

Pese a este desigual pacto, han decidido aniquilar todo en lo que creemos.

Ante esta situación, sólo debería haber una respuesta. Ha llegado el momento de romper la baraja y decir que se acabó el juego. El partido que lo haga tendrá mi voto en las próximas elecciones. No quiero más medias tintas, no quiero programas ‘buenistas’ ni pactistas. Quiero un proyecto sin complejos que, entre otras muchas cosas, rompa algunos tabús:

-       Apuesta real por lo público. El dinero de todos sólo debe destinarse a sufragar servicios públicos.
o   Eliminación de la educación concertada
o   Suspensión definitiva de los convenios con la sanidad privada
o   Ni un euro para instituciones u organizaciones religiosas (sean de la religión que sea)

-       Derechos y libertades sin ‘peros’
o   Aborto libre y gratuito, sin excusas ni vergonzosos supuestos
o   Ley de la Memoria Histórica real. Reparación de las víctimas del franquismo. Eliminación de las calles y monumentos dedicadas a militares, políticos y sacerdotes vinculados con la dictadura.
o   Derogación de la Monarquía y proclamación de la República

-       Política económica pensando en la gente y no en los mercados
o   Impuestos elevados, progresivos y solidarios
o   Lucha contra la corrupción y el fraude fiscal
o   Nacionalización, si es necesario, de empresas y bancos que basan su negocio en la especulación y no en la generación de riqueza
o   Derogación de la reforma laboral y reparación de todos los derechos de los trabajadores
o   Autonomía respecto a la Unión Europea o, si no fuera posible, salida del Euro y construcción de un nuevo modelo económico basado en la autonomía financiera.

Y, que no nos engañen más, no se trata de planteamientos radicales. Los radicales y los intolerantes son ellos porque: yo no quiero obligar a nadie a casarse si no lo desea; ellos tratan de impedir que determinadas parejas puedan hacerlo. Yo no obligaría a nadie a abortar, ellos quieren forzar a las mujeres a tener hijos que no desean. Yo no quiero impedir a nadie que rece cuando le apetezca, ellos quieren obligar a los niños a hacerlo. Yo no quiero impedir que alguien vaya a una clínica/escuela privada si puede y quiere pagarlo; ellos buscan la desaparición de los hospitales y los colegios públicos.

No. No me he convertido en un radical de la noche a la mañana. Simplemente me he cansado de darle las gracias a los ladrones por devolverme parte de lo que me robaron. Simplemente, me he cansado de darle las gracias a los verdugos por dejarme vivir.