sábado, 7 de junio de 2014

De la Justicia Universal a la Chapuza Nacional


Todo valía para apaciguar al gigante chino. Como ya le tocó hacer con la ley del aborto, Gallardón se ofreció para ser el mejor mamporrero de Rajoy y se puso manos a la obra. Liberado de la careta tolerante y ‘casiprogresista’ que portó durante años en Madrid, el ministro de Justicia perpetró una ley concebida para enterrar la Justicia Universal. Con ella buscaba sepultar investigaciones serias, pero muy molestas, abiertas en la Audiencia Nacional por casos como el del genocidio en el Tibet o el asesinato de José Couso. De un plumazo express, debió pensar Gallardón, rizaré el rizo contentando a los comunistas chinos y al amigo americano. Pero las dos ‘pres’ (precipitación y prepotencia) que caracterizan al actual Ejecutivo, son malas consejeras. Y Gallardón, sencillamente, la cagó.

Desde su entrada en vigor, el único efecto práctico que ha tenido la ley ha sido liberar a más de medio centenar de narcotraficantes. 53 criminales que aún no deben creerse la suerte que han tenido al toparse con estos peculiares justicieros. La magnífica reforma de Gallardón abre tantos espacios de impunidad, que muchos delincuentes se están frotando las manos. Hoy son los mercaderes de la droga los que logran eludir la acción de nuestra Justicia si son capturados en aguas internacionales. Mañana pueden serlo los secuestradores, torturadores o asesinos de españoles que cometan su crimen en determinadas circunstancias.

Esas consecuencias perversas ya se sabían durante la fugaz tramitación parlamentaria de la reforma. Expertos juristas alertaron sobre las lagunas legales que se avecinaban. “Pequeños daños colaterales que serán compensados por las palmaditas en el cogote que nos darán en Pekín y Washington”, debieron pensar en la Moncloa. Y con sus ‘pres’ y los únicos votos de sus disciplinados diputados, sacaron adelante la ley.

Gallardón: MI (Misión Incumplida)

Lo que no se esperaban esos grandes estrategas era que esos ‘pequeños’ daños colaterales podían acabar siendo casi el único efecto real de su reforma. La corte de juristas y asesores que rodea al ministro de Justicia no cayeron en que había acuerdos y convenciones internacionales que pesarían más que su brillante ley. Hizo falta, eso sí, que un grupo de jueces justos, encabezados por Santiago Pedraz, se plantaran y argumentaran jurídicamente su negativa a aplicar la nueva legislación.

El magistrado de la Audiencia Nacional que investiga con rigor y honestidad el asesinato de Couso, redactó un auto impecable. Pedraz  se apoyaba en la Convención de Ginebra y en nuestra Constitución para seguir adelante con su instrucción. Este magistrado lleva años tratando de aclarar la muerte del cámara de Tele 5. Para averiguar la verdad no dudó, incluso, en jugarse el físico y plantarse en Bagdad en un viaje repleto de dificultades. Allí acabó de convencerse de que era cierto lo que decíamos los periodistas que fuimos testigos de los hechos. No hubo error, no fue un accidente fruto de las tremendas circunstancias que se viven en una guerra. Las tropas norteamericanas dispararon, intencionadamente y con la intención de matar periodistas, contra la sede de dos televisiones y sobre el centro de prensa internacional ubicado en el Hotel Palestina Un crimen de guerra de libro o, mejor dicho de Convención… de Ginebra. Y por eso Pedraz quiere castigar a los culpables; lógico ¿no?

‘No’ para este Gobierno ni para los anteriores, que utilizaron a la fiscalía como arma para intentar frenar a los jueces que investigaban casos relacionados con la llamada Justicia Universal. Fracasaron Aznar y de la Vega en todas sus intrigas. Por eso, Rajoy no quiso que le pasara lo mismo y ordenó a Gallardón que, directamente, hiciera una ley a la medida. Tres meses después de su publicación en el BOE, los narcotraficantes actúan con impunidad, pero el caso Couso sigue abierto y no es descartable que también se siga adelante con el proceso contra los dirigentes chinos. Bravo señor Rajoy; bravo, bravo y mil veces bravo señor Gallardón.

En cualquier país civilizado, el ministro responsable de este patético vodevil ya llevaría días inscrito en la oficina del paro. Pero hace ya algún tiempo que Spain ha vuelto a ser ‘different’; esta vez es ‘very different’. Sólo aquí podemos tener un presidente y medio Gobierno acusados de cobrar sobresueldos en ‘B’; sólo aquí permanece en su puesto una ministra agasajada con mil regalos de una red corrupta; sólo aquí no pasa nada cuando hay pruebas de que el partido mayoritario pagaba las obras de su sede nacional con dinero negro; sólo aquí el máximo responsable de la seguridad nacional puede escoger un monumento fascista como lugar de recogimiento y reflexión. Sólo aquí un gobierno de derechas puede intentar ponerse de rodillas, a la vez, ante Estados Unidos y la China comunista… y cuando ya es tarde, darse cuenta de que sólo se ha postrado ante las mafias del narcotráfico internacional. Solo aquí se puede pasar de abanderados de la Justicia Universal a bufones de la Chapuza Nacional.